Académico de la UNAB Viña del Mar valoró la eliminación del uso de ese elemento de protección dadas las dificultades que tenía para la voz y la comunicación, así como en el desarrollo de algunas patologías.
La mascarilla, aunque ha protegido y cuidado a la población de peligrosos patógenos y cumplió una función fundamental durante la pandemia protegiendo contra el SARS-COV2, también funciona como un elemento que obstruye y silencia la voz.
Ahora que se ha anunciado la eliminación de su uso desde el 1 de octubre, será un beneficio para todos los profesionales de la voz que deben hablar durante horas a grupos de estudiantes, donde se ubican los profesores de enseñanza básica, media y superior.
Esto, porque la mascarilla resulta ser un filtro que en cierta forma tapa la proyección de voz y genera una resonancia limitada. Esto hace que la persona inconscientemente genere una compensación elevando su tono e intensidad lo que genera a lo largo del tiempo fatiga vocal, mal uso de la voz, que puede resultar en una disfonía leve, moderada o severa.
Gonzalo Gallardo Martínez, director de la carrera de Fonoaudiología, UNAB Sede Viña del Mar, explica que su uso ha sido un obstáculo para aquellos profesionales que trabajan con la voz y la comunicación. “Para ellos, el uso de la mascarilla ha sido un obstáculo en su desempeño laboral. Por ejemplo, en la terapia con niños es muy importante modelar los ejercicios y la mascarilla tradicional que se exige impide este aspecto”, lo que ha limitado el avance de terapias, según agregó.
Detalla que para aquellos que trabajan en universidades, y en modalidad presencial, ha existido un cansancio vocal debido al sobreesfuerzo fonatorio. “Personalmente he notado más dificultad con las mascarillas N095 y NK95 debido a que son más gruesas en su composición que las de 3 pliegues. Esto hace que el filtro sea mayor por tanto la capacidad de resonar (amplificar) es también menor”.
Añade que “respecto a la respiración, también produce cierta dificultad por la cantidad de horas que se requiere el uso durante el tiempo de exposición a la voz. Recordemos que el tipo respiratorio adecuado más el modo respiratorio óptimo son la base de una voz sana y eficiente. En estos casos al existir una “capa”, que dificulta que el oxígeno ingrese al organismo, se hace más complejo el proceso comunicativo en general”.
Respecto del higiene vocal, que con el uso de la mascarilla se hace más fuerte, Gallardo recomienda “beber agua (ojalá 2 a 3 litros diarios); no beber cafeína cuando sabemos que debemos usar nuestra voz; evitar fumar pues esto deshidrata la mucosa que recubre las cuerdas vocales; alimentarse de buena forma y sin mucho condimento (para prevenir el reflujo gastroesofágico que irrita las cuerdas vocales); tener un descanso regular cada día; evitar los cambios bruscos de temperatura, entre otras recomendaciones. Estas medidas deben ser consideradas siempre para la prevención de patologías vocales funcionales u orgánicas”.
Además, advierte que eventualmente podrían presentarse patologías en la voz por el uso prolongado de las mascarillas, “o alteraciones en los parámetros vocales como la intensidad, el timbre y el tono lo que redunda en disfonías músculo tensionales que, al no ser tratadas a tiempo, podrían derivar en disfonías orgánicas con presencia de nódulos o pólipos en las cuerdas vocales”, dijo.
Es por ello que valoró la eliminación de su uso, para el buen desarrollo de los procesos comunicativos. “Su retiro en este aspecto es muy positivo para los procesos comunicativos que los profesores y profesionales en general llevan a cabo con su voz”, sostuvo.